27 sep 2007 |

Una «Venta» muy especial

Hoy, el personaje es ella — ni Sor Juana, ni ninguno de los Buendía de «Cien años…», o de los pasajeros de las «Crónicas marcianas», que tanto le gustan. Autores, libros, palabras, aulas; vínculos entrañables con los adolescentes, a los que les sigue pidiendo que se pongan de pie para recibirla en el aula, como era antes. Ese es su mundo, el mundo hondo y apasionado de la muy querida Emilia Ventafridda, la «Venta», coordinadora hasta hace pocos días del área de Lengua y Literatura castellana de la sección secundaria, en el Belgrano Day School.

Sucede que llegó la hora y Emilia se jubila… y se va. ¡No, la «Venta», no! ¡Pero si es una institución dentro de otra! Ha dejado su huella inconfundible en cada alumno y ex alumno que tuvo el privilegio de tenerla como docente: exigente (muy), compinche, única, fue siempre una defensora implacable de la lengua de Cervantes, contra los molinos que a veces despliegan sus aspas, en cualquier colegio de origen inglés…

Emilia Ventafridda se recibió de Profesora de Castellano, Literatura y Latín en el prestigioso Instituto del Profesorado «Joaquín V. González», en 1972. Fue una aventurera de mochilas cargar, que recorrió América Latina y durante años ejerció la dirigencia en la Asociación Guías Argentinas, capacitando a líderes grupales y organizando campamentos internacionales, en el marco de la más pura tradición Scout.

A lo largo de su carrera, trabajó en diecisiete colegios, entre ellos, el Carlos Pellegrini, el Esquiú, las Esclavas, el Mallinkrodt y — desde hace 18 años, ya que ingresó en julio del ’89- el BDS. Fue, además, maestra primaria y, a nivel terciario, dictó Literatura Hispanoamericana para estudiantes de Bibliotecología.

Menuda y de mirada intensa, como muestra la foto (gentileza de su hija Inés, estudiante de Fotografía), histriónica y hasta algo payasa, tal vez una manera adecuada de retratarla, a modo de homenaje, sea contar una simple anécdota reciente. Como en ciclos anteriores, este año Emilia trabajó de manera incansable con sus alumnos y las demás docentes de su equipo, hasta lograr que una docena de escritos concursaran en el Certamen Literario del Colegio del Arce, cuyos resultados se aguardan. ¡Hasta siete versiones de un mismo relato fueron y vinieron, entre uno de sus alumnos y ella! Sólo una dedicación como la de Emilia puede obrar, hoy en día, el milagro de tantos adolescentes escritores y poetas, que además hacen deportes, rinden exámenes internacionales, tocan música y tantas cosas más…

Es una lectora incansable y una narradora exquisita. Tiene un alto sentido de la justicia, la delicadeza y el buen gusto, como no podría ser de otra manera para quien a diario se codea con la belleza. Pero además, la «Venta» nunca se vendió, valga el juego de palabras. Se ha mantenido incólume, fiel a sus principios y valores, educando con la palabra, pero también con el corazón y con las entrañas.

Te queremos, Emilia. Y aunque sabemos de los muchos planes que tenés por delante, siempre te estaremos esperando en casa — tu casa, el BDS– para que vengas a visitarnos y nos cuentes alguna buena historia de las tuyas. ¡Muchas gracias, Maestra, y hasta siempre!

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