Las chicas viajan de Florencia a Roma, vía Siena
En los «pagos» de Santa Catalina
Úlltimo desayuno en Florencia y partida. Salimos una mañana bastante fresca y gris, cruzando los dedos para que pudiéramos disfrutar las pocas horas que habíamos planeado pasar en Siena: si bien la ciudad es realmente hermosa, poder andar sin paraguas siempre es un beneficio extra.
Llegamos cerca de las 10 de la mañana con un cielo que se iba despejando y un termómetro que señalaba bastante menos de 10 grados. Esta ciudad nunca defrauda: hicimos muchas “paradas fotográficas” antes de llegar a la Piazza del Campo, en donde nos detuvimos… para seguir sacando fotos. Entramos al Palazzo Communale para hacer la clásica foto desde el cortile en la que se ve el rectángulo de cielo y la torre del Mangia. Cruzamos a la Fontana Gaia, comenzamos a enteraros de cómo venía la mano con la historia de Rómulo, Remo, la loba y Acca Larencia. Tema que retomaremos, obviamente, al recorrer la ciudad de Roma.
De ahí, seguimos recorriendo las callecitas angostas y empinadas de la ciudad para llegar hasta el Duomo. Tuvimos la fortuna de encontrar los espléndidos mosaicos del piso descubiertos y nos dedicamos un rato a charlar sobre las seis sibilas que se encuentran a los costados de la nave central. Una vez más, esto nos abre camino hacia Roma (de hecho, todos los caminos conducen a Roma) ya que cuando vayamos a la Capilla Sixtina vamos a volver a encontrarnos con la Sibila Délfica, Cumana, etc.
Llegada a la «Ciudad eterna»
Después de haber almorzado (y de habernos helado un poco), volvimos al micro que nos llevaría a Roma donde, ansiosas por salir a recorrer un poco de la ciudad, nos escapamos a hacer una primera visita al Coliseo ilumunido y, strada facendo, entramos a la hermosa San Giovanni in Laterano.
Después de un día de tantas emociones, cenamos en el hotel y nos fuimos a la cama. Tiempo de recargar pilas…