Florencia y sus escaleras
A esta mañana la bautizamos como “la mañana de las escaleras”: 464 escalones para subir hasta la célebre cúpula de Brunelleschi (otros tantos para bajar) y no muchos menos para subir al Campanile de Giotto. Tuvimos la inmensa suerte de que el día amaneciera con un cielo límpido y turquesa (y helado, pero eso es otra historia). Con lo que nos restó de tono muscular, nos fuimos a almorzar para luego subir hasta el Piazzale Michelangelo. Allí, además de una vista insuperable (la ciudad es hermosa, el sol acompañaba) encontramos una Ferrari «testa rossa” que arrancó los suspiros de más de uno.
Por la tarde, el grupo se dividió en tres: el equipo de volley tendría su primer partido (Roberto nos ofrecerá la crónica en el próximo post), los chicos de rugby tendrían entrenamiento luego de su primer partido sobre el que se informa aparte y dos de los profesores acompañaríamos a dos chicos lesionados, en toda una recorrida médica que concluiría con una visita a la guardia del hospital traumatológico de la ciudad, para volvernos con un yeso y un cabestrillo respectivamente. En fin, cosas del deporte…
Sin que la larga espera ni la noche helada nos hayan quitado el buen humor, volvimos en taxi al hotel con la enorme satisfacción de no haber perdido la cena: esa noche prometían una pasta con hongos que resultó espectacular.
Esta vez, les debemos las fotos. ¡La seguimos la próxima!
Vista de la ciudad y el Campanile de Giotto (Fuente: http://www.fotografieitalia.it/foto.cfm?idfoto=40496)