El juego es una cosa seria


*Cuenta regresiva*
Hoy, lunes 5 de noviembre, faltando alrededor de un mes para que terminen las clases y padres y chicos se confronten con la anchura del tiempo libre de la gente menuda, un editorial de La Nación nos brinda una pauta para volver a pensar en el tema del juego, la actividad primaria por excelencia de los cachorros de las más variadas especies y, por supuesto, también de nuestros niños.

Parece ser que jugar es una cosa bien seria, pero aún décadas después de que Piaget explicara minuciosamente las funciones cognitivas y nutricias del juego infantil, resulta necesario volver a destacar su importancia, a la luz de la constatación de que nuestros chicos juegan cada vez menos. Entre las razones de este fenómeno se encuentran la sobreexigencia transferida a los más pequeños, el facilismo escapista de la tele y el consumismo que a todos nos consume y que siempre pide más y más cosas, quitándonos muchas veces el tiempo y la energía necesarios para explorar y disfrutar de lo que tenemos.

*Hambre de juegos*
Desde ya, la primera desnutrición a combatir es la literal (de la que habla el otro editorial de hoy: «Los derechos humanos empiezan con el desayuno…»). Pero cuando se tiene la enorme fortuna de pertenecer a esa pequeña parte de la humanidad que no padece hambre, todavía se puede sufrir de esa otra desnutrición: la del espíritu. Y el juego libre y creativo es un antídoto eficaz contra ese mal, llave de una felicidad serena y duradera, capaz de ayudarnos a enfrentar los retos de la vida con firmeza y en calma. Efectivamente, creemos que el juego infantil es, además de un trampolín hacia todo tipo de aprendizajes, una práctica espiritual vigorosa que ayuda muchísimo a ser feliz –ni más, ni menos.

Resulta muy importante que un chico «sepa aburrirse», para aprender a mirar más allá y a mirarse también a sí mismo sin aturdirse, sin escaparse, tomando contacto con su cuerpo, sus pensamientos y sentimientos, sus acciones y omisiones. Jugar es muchas veces también ponerse en la piel del otro, practicar la empatía, trascenderse. Es detener el tiempo y concentrarse íntegramente en el aquí y el ahora — técnica eficaz contra la ansiedad que nos sacude «hacia atrás» con letanías del tipo «todo tiempo pasado fue mejor», o hacia adelante, con aterradoras proyecciones al futuro. El juego prescinde de lo superfluo y potencia el aprovechamiento de nuestros «recursos naturales» (como la imaginación) y de las cosas tal como son: basta una lona para tener un barco, un barrilete para poder volar, una botellita con un mensaje escondido para largarse a la aventura. ¡Cuánta libertad!

*La otra cara de la moneda*
Es verdad, el Belgrano Day School es un colegio exigente. Su proyecto pedagógico bilingüe brinda una amplia variedad de posibilidades a los alumnos, desde que son pequeños, con miras a que puedan enfrentar exitosamente los desafíos de la vida adulta. Pero también queremos que esos adultos que salgan al mundo lleven bien enraizado en su espíritu a aquel niño, a aquella niña que sabía jugar… No en vano nuestro maravilloso lema institucional — Fac Recte, «Obra con rectitud»- ha sido también traducido alguna vez como «Play the game».

A los que lo deseen, los invitamos a releer una nota publicada en esta misma sección, el verano pasado. Porque sabemos que otras vacaciones son posibles, ¿dale que nos ponemos a jugar?

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