25 de Mayo, estilo BDS
Citamos fragmentos del discurso pronunciado por el alumno de S6 Lucas Reynoso en el acto /assembly de Middle & Senior e ilustramos con imágenes de los actos de Kinder & Primary:
«¿Qué es la Argentina y cuándo nació? ¿En qué punto constituimos un Estado y tuvimos una identidad nacional? ¿Nacimos en 1810 con la Revolución de Mayo y el primer gobierno criollo? ¿En 1816 con la declaración de la independencia? ¿O fue en 1852 con la sanción de la constitución y la creación de un orden constitucional? ¿No llegó en realidad en 1862 con la unificación del país? ¿O más bien con la pacificación y orden en 1880? Es difícil de decir y es difícil desentrañar más de doscientos años después qué representaba la revolución para los distintos grupos. Pero, aunque no podría decirse que el país empezó a existir en 1810, sí se terminó entonces con un régimen colonial y se dieron los primeros pasos del proceso que creó una nueva nación en América, nuestra Argentina.
Tras la invasión napoleónica a España, los criollos en el Río de la Plata depusieron al virrey español Baltazar Hidalgo de Cisneros argumentando su ilegitimidad, dado que la autoridad con la que había sido designado ya no ocupaba el trono y ante la ausencia de esta, el poder volvía al pueblo. Se conformó una primera junta de gobierno que juró por el Rey español Fernando VII, quien se encontraba preso, causando disenso entre los miembros de la junta sobre si era un modo adecuado de proceder (…).
Quiero rescatar esta idea de revolución que asociaba la independencia con la libertad, encarnada por Moreno, Castelli y Belgrano. Buscaron la igualdad, la libertad de prensa, la defensa de los derechos de los pueblos originarios y la creación de industrias locales (…).Para finalizar, quiero dejar unas palabras de Moreno: ‘Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Seremos respetables a las naciones extranjeras, no por riquezas, que excitarán su codicia; no por el número de tropas, que en muchos años no podrán igualar las de Europa; lo seremos solamente cuando renazcan en nosotros las virtudes de un pueblo sobrio y laborioso’.»