Violencia física en las escuelas del Reino Unido
El Vice Director General del Belgrano Day School, Lic. Federico Johansen, reflexiona sobre el “uso de la fuerza” por parte de los docentes, a partir de una nota publicada hace unos días en La Nación.
La edición del diario La Nación del miércoles 7 de abril, dio cuenta de una noticia procedente de Inglaterra, que relata que una nueva guía de procedimientos instruye a los maestros ingleses para que “puedan utilizar moderadamente la violencia física, para impedir peleas entre alumnos o actos de vandalismo”.
Lo primero que hay que tener presente es que esta instrucción no autoriza el castigo físico, ni la violencia utilizada como “sanción”, sino la intervención física en un marco de prevención.
Contacto cero
Hay que situar este procedimiento dentro del contexto que se vive hoy en las escuelas inglesas (y en las de muchos otros lugares del mundo, incluida la Argentina), donde los docentes no pueden siquiera tocar a los alumnos. En este sentido, si un docente le da la mano a un alumno para cruzar la calle estaría “actuando violentamente”, pues le está coartando su libertad de cruzar la calle en el momento en el que se acerca un automóvil.
Me gustaría que reflexionáramos sobre cómo llegamos a estas situaciones, donde el maestro esté autorizado a utilizar la violencia física parea prevenir algún hecho, por muy moderada que sea esa violencia. En todo caso, convendría también definir qué se entiende por moderación.
Para utilizar el mismo ejemplo que el diario, si dos alumnos, hace unos años, se estaban peleando dentro de una escuela –cosa por cierto extraña, en general lo hacían afuera- y se acercaba un adulto, dejaban de pelearse automáticamente. Si no la hacían, la sanción a recibir era mucho mayor. Probablemente a los involucrados les aplicaran “amonestaciones” cuya única consecuencia, además de la acumulación y posible expulsión de llegar al número de 25, era que tenían que mostrárselas a sus padres para que se dieran por notificados, lo que casi con seguridad traería aparejada una “penitencia” en el ámbito del hogar: no salir, no poder ver televisión, u otras cosas “dolorosas” para el alumno.
En algunas instituciones educativas, se hacía que el alumno que había tenido un comportamiento inadecuado, tuviera que quedarse después de hora, o concurrir un sábado por la mañana, o incluso ser suspendido.
Cambia, todo cambia
Gracias a algunas corrientes pedagógicas, estas “sanciones” fueron desapareciendo en las instituciones educativas –generalmente las de gestión estatal- . No puede hacerse que el alumno concurra al establecimiento un sábado, porque “el colegio no es un lugar de castigo”. No se puede suspender a un alumno porque “se lo priva del derecho a la educación”. Tampoco pueden aplicarse amonestaciones porque “al ser acumulativas, el alumno no puede mejorar de a poco”.
Es verdad que muchos padres siguen apoyando lo que las instituciones educativas proponen. Pero también es cierto que hay que legislar para todos, y no solo para muchos, aún si los muchos fueran la mayoría. Lo cierto es que en los últimos años, algunos han producido una ruptura del pacto social que existía entre padres y escuelas.
Son esos padres que consideran que su hijo no debe ser sancionado. Que, si llega un informe negativo desde la escuela, no solo no lo refuerzan en casa, sino que lo cuestionan. Es esa actitud la que ha producido que algunos alumnos actúen con total impunidad y no respondan, como hace años lo hacían, a ”la presencia” o “la palabra” del docente. Mientras tanto, también salen perjudicados los demás, porque el contra-ejemplo y la falta de límites nos descuida a todos como sociedad.
¿Por qué llegamos a esta situación?
Hoy, en algunas instituciones uno encuentra casos de alumnos que se niegan a hacer las cosas más elementales. Solo a modo de ejemplo, uno pide a un alumno que deje de escribir en una pared y sigue haciéndolo. Total, ¿qué va a pasar? No lo puedo sancionar, y si se les avisa a los padres, es lo mismo.
Ahora la legislación inglesa permite al menos tomarlo de la mano y sacarle el objeto con el que está pintando. ¿Es esto lo ideal? Seguro que no, pero es a lo que hemos llegado, por haber perdido las instancias intermedias, esas que sí tienen que ver con la moderación (quedarse sin recreo, después de hora, venir un sábado, estar suspendido) y, por otro lado, por la falta de correlato en el hogar en cuanto a las pautas de cuál es un comportamiento adecuado y cuál no.
Si volviéramos a permitir a los establecimientos educativos – como lo hacen muchas instituciones de gestión privada- tener mecanismos internos para sancionar y una sólida unidad de criterio entre padres y escuela, sería altamente improbable que tuviéramos que recurrir a la violencia física. Por muy moderada que fuera.
Lic. Federico Johansen
Vice Director General
1 Comment
aparte de compartir en un todo lo dicho por el licenciado Johansen, comento lo acertado del comentario:”Ahora la legislación inglesa permite al menos tomarlo de la mano y sacarle el objeto con el que está pintando ( una pared). ¿Es esto lo ideal? Seguro que no, pero es a lo que hemos llegado, por haber perdido las instancias intermedias, esas que sí tienen que ver con la moderación (quedarse sin recreo, después de hora, venir un sábado, estar suspendido) y, por otro lado, por la falta de correlato en el hogar en cuanto a las pautas de cuál es un comportamiento adecuado y cuál no. Considero que el haber perdido las instancias intermedias, es la clave, y es muy difícil remontar eso, ya que la psicopedagogía de moda es permisiva,es para agradar a los padres,y sin límites adecuados en la docencia, los niños piensan que así es la vida. y en la vida, hay límites, hay frustaciones, y creo que en el futuro, al toparse con esos límites, fracasarán en superarse .
alguien que tiene mas seso general, que cualquiera de nosotros, un tal Gates, me regaló una expresión super >: en la vida no hay segundas oportunidades¡¡¡¡¡