Telefonía corporativa, ¿telefonía educativa?
Hoy por hoy los celulares son combatidos en el ámbito educativo, fundamentalmente porque distraen, son un medio para que los chicos se copien y por el temor más o menos generalizado de que el explosivo desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) nos puede hacer “naufragar en un mar de información” cada vez más picado y peligroso.
El psiquiatra Viktor Frankl, fundador de la llamada “logoterapia” — quien postula que la motivación fundamental del hombre es su búsqueda de significado, de “autotrascendencia”, y no el principio del placer, como pretendía Freud- en los años ’70 ya hablaba de la “opulencia” de la información, por no decir la “obscenidad”. Porque así com0 el exceso de alimento enferma (sobrepeso, obesidad, hipertensión), el exceso de información también puede hacerlo. Paradójicamente, puede enfermar de soledad, de aislamiento. Por eso son fundamentales las herramientas adecuadas para elegir, tamizar y digerir adecuadamente los contenidos. Para ser más libres con lo que vemos, oímos, leemos — no “esclavos” de la manipulación, el consumismo u otras ideologías deshumanizadoras.
Pero volvamos a los celulares, para no irnos por las ramas. Una nota publicada hoy en la sección Economía & Negocios de La Nación da cuenta de que la telefonía celular está poniendo su mira en el sector corporativo. Cada vez hay más “empleados móviles”, desde CEO’s a mandos medios, vendedores, soporte técnico, etc. Los nuevos dispositivos les permiten chequear correo electrónico, navegar y buscar información en la web, controlar stocks o acceder fácilmente a bases de datos, ya sea desde la calle, el subte o el bar de la esquina.
La tendencia es que el celular se convierta en una computadora personal y móvil cada vez más pequeña. De allí que los nuevos teléfonos salgan a competir con otros dispositivos, como la Palm o la BlackBerry. El display del celular se ha agrandado para este fin, mientras todos los demás componentes se achican y se potencian… Y así, el mundo cabe no ya en el portafolio, sino colgado del cinturón.
¿Puede la escuela ignorar este proceso irreversible? No. Porque como alguien dijo, la tecnología es una aplanadora: o nos subimos a ella, o nos aplasta. Por supuesto que ni la PC ni el celular están llamados a echar por tierra lo más humano e irrepetible del hecho educativo: la relación interpersonal, los vínculos. Nada educa como lo hace un buen vínculo (ni nada cura, alegra la vida o inclusive la salva…). Eso no está en duda. Como tampoco lo está la emoción de llegar al final de un libro y sentir la piel de gallina, esa corriente de complicidad entre autor y lector que atraviesa fronteras de tiempo y espacio sin necesidad de ningún microchip.
Pero las cartas están echadas, y así como el celular llega a la vida corporativa y promete ser un fenomenal negocio, más temprano que tarde ha de llegar también a la educación. Salgamos al cruce, entonces. Usémoslo a nuestro favor y el de los chicos. Busquemos y pensemos creativamente las manera de “surfear” y disfrutar de esta ola, en vez de permitir que nos revuelque. Hay mucho por ganar. Lo que no podemos dejar de hacer es de poner el corazón en el empeño educativo. También ringtones y MSM mediante, la educación sigue siendo el único camino para construir un futuro mejor.
2 Comments
Puede ser cierto que la tecnologia es una aplanadora, o nos subimos a ella o nos aplasta, y seguramente nuestros hijos se suben a ella vertiginosamente, moviendose como peces en el agua, mientras nosotros tratamos desesperadamente que no nos aplaste. Es logico que asi sea, ya que desde muy temprano tienen acceso a ese mundo que les brinda la computadora o la telefonia en todos sus matices, sin embargo yo creo que es funcion nuestra, y de sus maestros fomentarles ese vinculo irrepetible que se crea entre autor y lector, que solo se logra a mi humilde entender, a traves del libro y del placer por la lectura, tarea que no es facil, ya que cuesta mucho alejarlos de ese vertigo de informacion o de video juegos al que se someten, siempre apurados e impacientes. Por eso insisto en ayudarlos a que puedan volar con la imaginacion, soñar, descubrir, cuestionar, sin tener que estar siempre tecleando freneticamente ante una pantalla.
GRACIAS POR BRINDARNOS ESTE ESPACIO.
¿Qué quieren que les diga? A mí me asusta que los celulares entren al aula. No sé: tiene qe haber un límite a la tecnología… Los chicos cada vez tienen más acceso a la comunicación y la información, pero las familias, ¿están mejor comunicadas? Capaz que se trata de un ejercicio: así como cuando vamos al campo hacemos de cuenta de que no necesitamos TV, ruido, internet, bueno… ¿no puede ser así la escuela, y hacer a los chicos más libres justamente cortando su dependencia con tanta tecnología que al final genera más y más consumo, pero no mejor educación? Ya sé, sueno antigua, pero yo creo esto.Igual, me parece buenísimo que un colegio se pregunte por estas cuestiones y que “escuhe” comentarios al respecto.