No al “vale todo”
Hace pocos días, un adolescente de dieciséis años murió en Palermo Chico, tras una pelea con una “patota”, compuesta también por jóvenes. El martes 11 de abril, La Nación publicó una reflexión válida sobre La educación del “vale todo” y su relación con la violencia. Se trata de otro caso que pone de manifiesto una vez más la vulnerabilidad de los jóvenes y la desantención que padecen, a veces disfrazada con ropas de primeras marcas y mucho dinero en el bolsillo, “para divertirse el fin de semana”.
¿Hubo alcohol? De un lado y del otro, entre los protagonistas de la pelea, seguramemente lo hubo. ¿Drogas? Quién sabe. ¿Alguien se robó un celular? Tal vez, puede ser… El consumismo desmedido genera esclavitud; confunde el tener con el ser, activa una carrera loca donde todos perdemos. Pero más pierden ellos, los chicos.
Los vecinos de la zona se sienten cada vez más inseguros. Todos nos sentimos así; ¿vamos a acostumbrarnos a la infamia? ¿Vamos a anestesiarnos para seguir digiriendo lo que no se puede ni se debe digerir?
Podrá haber o no esclarecimiento, juicio y castigo. Podrán echarse a jugar — o no- las cartas del poder, las tristemente célebres cadenas de influencias y encubrimientos. Lo cierto es que un joven murió y a varios más el hecho probablemente los marque para toda la vida.
¿Es válido, es conveniente que un joven de tan corta edad esté en la calle en plena madrugada? No lo creemos. ¿Por qué se ha vuelto normal lo que no lo es, ni en función de las necesidades biológicas, ni de las socio-afectivas más genuinas? Preguntémonos a quién le conviene que los chicos vivan de noche y confundan borrachera y descontrol con diversión. Seguramente, a nadie que quisiéramos cerca de nuestros hijos.
El conflicto como tal es inherente a la condición humana y por lo tanto debe aprenderse y enseñarse, verbalizarse y atravesarse, sin los atajos facilistas de la evasión o la violencia. Familia y escuela deben volver a las fuentes. No hubo ni hay grupo humano que pueda sobrevivir sin algún sistema de sanciones y recompensas, porque el ser humano es imperfecto y debe aprender (y los adultos, debemos enseñar) a constituirse en sujeto de derechos y responsabilidades.
Pero la escuela sola no puede; es subsidiaria de la misión primordial de los padres. La mejor estrategia de prevención es una alianza estrecha y comprometida entre la familia y la escuela, donde cada cual se haga cargo de los roles indelegables que le competen.
A veces — cada vez con más frecuencia- amar es decir que no.
7 Comments
Como madre de adolescentes no puedo estar mas de acuerdo con todo lo dicho . Sólo agregaría que debemos mantenernos firmes con un control mas estricto sin importarnos que nuestros hijos protesten o nos digan que son los únicos que reciben ese control.
Coincido plenamente y remarcaría esta inquietud: ¿Por qué se ha vuelto normal lo que no lo es, ni en función de las necesidades biológicas, ni de las socio-afectivas más genuinas?, como revertir esto? insistiendo, con firmeza, aunque provoque conflictos familiares siempre algo queda. Lo importante es que el ejemplo se repita, y genere una nueva corriente en donde lo normal sea una vida mas transparente, mas alegre y quizás también mas creativa.Los chicos tienen hoy todo a su alcance, demasiado. Conseguir algo por merito propio da mucha fuerza, mucha seguridad. Creo que deberíamos incentivarlos en esto.
Muchas gracias, es muy bueno que el mensaje escuela /casa sea el mismo.
Hoy los padres compartimos -y no tenemos demasiada alternativa- el rol de educar a nuestros hijos no sólo con el Colegio, sino con múltiples factores que no controlamos y que emanan de la comunicación electrónica. Los chicos hoy se informan y se forman en un entorno con mensajes contrarios a la moral que los padres queremos impartirles.
Es nuestra responsabilidad contrarrestar esta influencia, con nuestra mirada permanente, nuestro ejemplo y un simple pero oportuno NO, no al “vale todo”.
Como padre y ex-alumno de esta institución (1964-1976) considero que la educación y el ejemplo deben ser compartidos. No se le puede exigir a la institución más que excelencia académica y deportiva, orden y disciplina social y valores religiosos a elección (al menos, inculcar bases morales). Los padres deben ocuparse más de sus hijos. Un hijo no es un bien de uso por que lucen bien las familias numerosas o un bien de cambio en las rupturas matrimoniales. Un hijo es un ser humano al que hay que educar, contener y brindarle amor y apoyo en todo momento hasta que pueda volar del nido solo y aun así, mirarlo de lejos, por si acaso. Los padres deben ser menos egoistas y compartir con sus hijos una vida plena. Hay mucho sñores que solo piensan en su hora de golf y muchas señoras que solo piensan en producirse y lucir estéticamente más jovenes de lo que en realidad son. Todos muestran sus 4×4 y sus brillos dorados. Todos exhiben la prepotencia del poder que supuestamente da el dinero y la seguridad de pertenecer a un estrato social que debería gerenciar el trabajo y la vida de aquellos con menores recursos con el ejemplo y la hombría de bien. Estos ejemplos llegan a los hijos. Ellos nos están mirando continuamente. Son el vivo reflejo de nuestras acciones. Después que los padres no se pregunten como pudieron pasar algunas cosas. No hay espacio para las sorpresas. Hay negligencia. Los hijos no son nuestros amigos, no debemos competir con ellos. Nuestros hijos son una bendición de Dios. Hay que educarlos, ayudarles a crecer y establecer reglas de convivencia y respeto. Recalcar que en la vida hay derechos pero tan bien obligaciones. No todo es un viva la pepa!. Nosotros los adultos, somos los responsables. Porque somos los mayores. Hay que asumir las responsabilidades como adultos. Eso evita, que los males mayores se salgan de cauce y luego debamos lamentar las desgracias. Es una obligación de todos. Como padres y como comunidad educativa.
Como madre de un adolescente y dos pre-adolescentes, y viviendo en Argentina (por la primera vez) desde hace apenas ocho meses, agradezco mucho al BDS y a los autores de comentarios, el permitirnos este espacio de discusion y reflexion. Nos ayuda enormemente en esta tarea tan dificil, pero desafiante, que es la educacion de nuestros hijos, aproximandonos ademas a la comunidad educativa. La verdad es que es el segundo caso escalofriante de violencia mortal entre jovenes argentinos, en menos de 4 meses (recordaran la muerte de Ariel Malvino a finales de enero)!
Me parece que en todos los comentarios coincidimos en que la falta de limites provoca descontrol. Por eso me pregunto por que tenemos tanto miedo de ponerlos y a veces hasta nos enojamos cuando los pone el colegio, cuando en realidad tendriamos que trabajar conjuntamente por el bienestar de nuestros hijos, creo que mucho lo predicamos pero poco lo ponemos en practica, estar al lado de nuestros hijos desde el afecto y la comprension, pero tambien desde la firmeza cuando tengamos que decirles a algo que no.
Gracias por el espacio.
Belgrano para mi fue el hombre mas amable, valiente y estudioso que escuche en mi vida