“Ayúdame a mirar”
La vida te da sorpresas. Algunas de ellas salen publicadas en los diarios y, en la maraña de información que nos envuelve y a veces nos sofoca, permiten una mirada y una reflexión distinta acerca de eso que llamamos "la realidad".
Ayer, la insólita noticia tuvo que ver con el parto de una yegua, en pleno barrio de Almagro. Surgen un montón de ideas: la vida que siempre se abre paso, la maravilla de la maternidad (viene bien, en vísperas del "Día de la Madre"), el abuso que el cartonero hacía del animal, la carga (¿el abuso?) que pesa sobre el mismo cartonero. La hipocresía. La necesidad urgente de proteger al más débil, sea quien sea... Hoy, una nueva sorpresa, en el ámbito de la ciencia. Desde otra nota de La Nación, nos saludó el colorido retrato de una nueva especie de ave, recientemente descubierta en los montes colombianos. Otros pájaros. Otros vuelos. Otros destinos.
En un cuento de Galeano, el nene que contempla el mar por primera vez le pide a su papá, sujetándose de su mano: "Papá, ayúdame a mirar". Claro, en la naturaleza es más fácil el asombro -- condición imprescindible para el aprendizaje, si las hay- y también la pausa que permite la hondura serena, la vibración interior, tan propia del ser humano y tantas veces arrinconada, muda. Pero como vemos, la fuerza de la naturaleza es tan vigorosa, tan arrolladora que se les atreve hasta a las mismísimas callecitas de Buenos Aires, con su qué sé yo y todo. Y también a los medios, viajeros del ciberespacio...
El desafío sigue siendo el mismo de aquel cuento: ayudar -- y enseñar- a mirar. Imposible hacerlo si no aprendemos antes, si no aprendemos siempre. Y, como en las viejas fábulas de Esopo donde los animales nos daban alguna sabia lección, hoy la yegua y el pajarito tal vez tengan algo que enseñarnos. ¿Nos ayudarán a mirar?