Intervenir o no, de Inglaterra a Venezuela
Durante la semana de receso de primavera, La Nación publicó dos editoriales sobre los que vale la pena reflexionar. Uno de ellos, del miércoles 19 de septiembre, da cuenta de la gravedad de los problemas de conducta registrados en escuelas y colegios del Reino Unido, con una escalada de violencia que ha redundado en sanciones antes impensadas.
Destacamos el concepto de disciplina que presenta el editorial, similar al que manejamos en el BDS. La disciplina vista como un marco interno y externo que favorece el aprendizaje en armonía. También comulgamos con la importancia fundamental que se le atribuye al papel de los padres. La familia es responsable principalísima de la educación de los hijos; su intervención permanente y sostenida con límites, presencia, palabra y buenos ejemplos es indelegable. El sistema educativo formal -- la escuela- solo puede complementarla, pero nunca reemplazarla.
El segundo editorial, del sábado 22 , se refiere a un tipo de intervención bien diferente: la del estado en el ámbito de la educación privada, a partir del caso Venezuela. Se citan como antecedentes de adoctrinamiento ideológico los regímenes totalitarios del siglo XX, como el nacional socialismo, así como otros casos que nos son más cercanos. Allí, la intervención no es un deber, sino tal vez lo contrario: un atropello, un avasallamiento, un abuso de poder.
Familia, escuela, estado. Se necesitan vasos comunicantes entre ellos para afrontar la inédita condición de emergencia, abandono y desborde que se registra en capas cada vez más espesas de niños y de jóvenes. Hace falta que cada uno haga aquello que le corresponde, en vez de "pasarse la pelota", o bien avanzar sobre las potestades naturales propias de cada institución.
Ante los males reflejados en ambos editoriales, cualquier posible respuesta vendrá necesariamente de la mano de la educación. Educar para la libertad... y la responsabilidad. Para la defensa de los derechos y el cumplimiento de los deberes; para la tolerancia y el diálogo; para la construcción y no la destrucción. Educar para la vida. En eso estamos...