Fin de año, vacaciones y después
Hoy, último día hábil del año, hay quienes se abocan a romper en miles de trozos los calendarios, agendas y demás papeles del año que se va. ¿Podrán valorar, sin embargo, todo el trabajo y el esfuerzo invertidos allí? Es verdad que además suele haber brindis, buenos augurios, sonrisas. Algunas corridas de último momento. Colas en las terminales y aeropuertos. Urgencia por cerrar, terminar, clausurar.
Pero también es tiempo de balance. No solo de los balances contables de rigor -- esos que imponen previsiones para un nuevo año que pinta duro, según los oráculos de la diosa de la Bolsa y todo su séquito-sino de los otros, los interiores y espirituales, que poco tienen que ver con la economía de mercado.
Podemos, por ejemplo, proponernos hacer dos listas. La primera: de agradecimientos. Es increíble el poder que tiene la capacidad de agradecer para borrar pizarras de resentimiento y mala onda. Uno se pone a mirar y a conectarse con lo más pequeño: la taza de café, el beso de buenos días, un sillón cómodo, el agua de la ducha. Y de ahí arranca: ¿Comí todos los días este año? ¡Soy un privilegiado? ¿Tuve trabajo? ¡Lo tuve! ¿Y abrigo, y amor...? Gracias, gracias, gracias. La lista puede ser tan larga como uno se lo proponga. Empecemos, como lo haría Eladia, por honrar la vida y agradecerla en todas sus formas, sus manifestaciones, su variedad, su maravilla.
Por supuesto, cabe también considerar algunas cosas que quedaron pendientes, sobre todo para encarar la otra lista: las famosas "New Year Resolutions". Pero a no dejarnos seducir por la omnipotente vanidad que nos hace creer que podremos más de la cuenta. Tratemos de que las expectativas sean razonables (nada de ponerse al día con los siete tomos de "En busca del tiempo perdido" en unas vacaciones, por ejemplo...)
Quizás acordarnos de llamar a esa persona con la que nos quedó una charla pendiente, tal vez inclusive una disculpa. Y de dejar un espacio libre para poder orar, pensar en qué necesitan los demás de mí... y comenzar a hacerlo. La clave está en comenzar. Y a no olvidarse de reservar algún tiempo para jugar. ¡Sí, jugar! Como los chicos de la escuela, de nuestra querida escuela que por estos días se ha quedado vacía...
Este sitio (bah, quienes estamos detrás) se toma vacaciones en enero. Habrá, de todos modos, actividad administrativa y una guardia de Admisiones hasta el viernes 16 de enero. Luego, durante dos semanas, el BDS permanecerá cerrado, hasta el lunes 2 de febrero.
Tiempo de balance, de reparación, de descanso, de juego, de pausa. La pausa necesaria para volver a empezar de la misma manera que hoy estamos terminando: agradecidos. ¡Nos vemos a la vuelta!