Las otras flores, los otros frutos

Independientemente de la religión a la que pertenezcamos, es un deber para los creyentes proclamar que no es posible ser felices enfrentándonos los unos contra los otros. Seamos ?centinelas de la paz? en nuestros hogares, en la escuela, en el barrio y recemos por la conversión de los corazones y porque se tomen decisiones justas para resolver pacíficamente los conflictos entre los hombres y los pueblos.